martes, agosto 26, 2014

CITAS OPORTUNAS Y CENTONES

Un ejemplo de citas oportunas puede ser la de aquel predicador que estaba hablando sobre la pasión de Cristo. En esto que su sermón se vio interrumpido por la entrada en el templo de la reina y su comitiva. Era preceptivo, en tales casos, que el predicador interrumpiera su sermón en tanto que el regio personaje ocupaba su sitial y, una vez acomodado, el orador estaba obligado por cortesía a dar un breve resumen de su discurso, al objeto de que el importante personaje estuviese al tanto de lo dicho hasta ese momento. Como si el personaje importante no estuviera obligado, a su vez, a la cortesía de la puntualidad. Pero así era la norma aceptada. De modo que el orador tuvo que repetir el tema de los sufrimientos de Cristo. Antes de hacerlo, creyó oportuno justificarse con una cita de Virgilio, muy acorde con las circunstancias:
                  Infandum, regina, iubes renovare dolorem
                                                                  (Verg. A. 2.3)
             (Me mandas, reina, renovar un dolor indecible)

Se trata de la frase con la que Eneas accede al deseo de Dido, que pide al héroe troyano que le cuente de primera mano cómo ocurrió la destrucción de Troya.
Otra cita oportuna es la de cierto opositor que aspiraba a una cátedra en competencia con otros importantes rivales. Estos rivales se apellidaban, respectivamente, Aspe, Basilio, León y Mondragón.
Temibles competidores a los que, sin embargo, confiaba superar, ya que, según decía, las Sagradas Escrituras estaban a favor de él; lo que se podía colegir de cierto versículo de los Salmos. Concretamente, el 13, del salmo 90:

 Super aspidem et basiliscum ambulabis et conculcabis leonem et draconem.
(Por encima del áspid y del basilisco caminarás, y pisotearás al león y al dragón)
 Todos los apellidos de sus rivales estaban reflejados en la cita bíblica.

Esto por lo que respecta a las citas aisladas oportunas. Pero ahora supongamos que se quiere reunir, a propósito de algún tema concreto una serie de 'citas oportunas', cuantas pueden venir al caso a propósito de ese tema. Esto es, más o menos, lo que ocurre en el caso de los llamados 'centones'.

Tenemos un ejemplo próximo de 'centón' en la descripción que el holandés Enrique Cock hace de la ciudad de Zafra que él visitó en el siglo XVI:
 Est locus Hesperiae Asafram quod nomine dicunt, (1)
 terra antiqua potens armis atque ubere glebae, (2)
 Lusiadas contra studiis asperrima belli, (3)
 nunc victos miseris quoniam sors omnia versat, (4)
 quam Turdetani multos coluere per annos.
 Totius Emporii merito regina ducatus,
 namque haec tantum alias villas caput extulit
                                                            [inter (5)
 quantum lenta solent inter viburna cupressi (6)

 (Hay un lugar de España, con el nombre de Zafra lo
                                                                       [llaman,
 tierra antigua, poderosa en armas y de ubérrimo
                                                                       [suelo,
 en extremo aguerrida, fronteriza con los Lusitanos,
 (hoy sometidos pues la suerte versátil todo lo muda)
 y que los Turdetanos habitaron por años sin cuento.
 Reina por méritos propios de todo el ducado de Feria,
 pues tanto sobresale entre todas las villas del feudo
 cuanto al flexible mimbre el enhiesto ciprés aventaja)

(NOTA: Los números que corresponden a cada verso
reproducen total o parcialmente sendos versos de
Virgilio, tomados de: Eneida, 1.530-1;ibid.3.164;ibid.
1.14; Egl.9.5; y Egl. 1.24-5)

En resumen, gran parte de este poema está compuesto de retazos tomados de Virgilio o de otros poetas. Apenas hay trechos de versos que son del propio autor, y que sirven de aglutinante para 'pegar' más versos de Virgilio o de otros autores.

Pero esta clase de citas oportunas 'en serie' se  pueden tomar también, y sobre todo, 'en broma'; esto es, con una finalidad  cómica. Este es el propósito que inspira el célebre "centón nupcial" de Ausonio (poeta del siglo IV de nuestra era). Se trata de referir los diversos episodios de una boda, incluidos los relativos a la consumación del matrimonio.

Los efectos obtenidos de la aplicación de numerosos versos del púdico Virgilio, interpretados en un sentido lascivo, son de una comicidad superlativa. Para reír a mandíbula batiente.

Recordando esos conocidos versos, aplicados ahora en un sentido obsceno, la risa brota de manera irreprimible. Los órganos sexuales tanto el masculino como el femenino, son aludidos con sus respectivas bellezas y fealdades. Así el femenino se asemeja a una cueva, 'specus horrendum' y, no menos horripilante, se presenta el miembro masculino con el verso que el casto Virgilio aplica al gigante Polifemo: "monstrum horrendum informe ingens cui lumen ademptum" ('Monstruo horrendo, deforme, enorme, al que se privó de su único ojo') La enormidad del gigante se pone de manifiesto por medio de la sinalefa que 'empalma' todas esas palabras haciendo de ellas como una sola palabra

                 monstr(um)horrend(um)inform(e)ingens
                               

Sólo cuando se está familiarizado con los versos virgilianos puede apreciarse la magnitud del efecto cómico resultante de aplicarlos a describir el acto sexual. Simplemente desternillante. 

domingo, agosto 24, 2014

¿ES LÍCITO ATRIBUIR CARÁCTER METAFÍSICO A LA POÉTICA DE JRJ?

Remedando el eco de una conocida rima de Bécquer, escribió en cierta ocasión Ortega y Gasset con modestia no exenta de ironía: "Por una idea diéramos nuestra escasa fortuna; por una teoría, nuestra vida; por un sistema... yo no sé qué diéramos por  un sistema".

Si el propio Ortega, cuya dedicación vital se consideró siempre adscrita al campo de la filosofía, reconocía su incapacidad para crear un sistema filosófico, ¿qué diremos de Juan Ramón, que llegó a la filosofía de la mano de la poesía? Pues que ni por asomo tuvo el propósito de crear alguna vez algo parecido a lo que pudiera ser considerado un sistema filosófico.

Hablar, pues, de la "metafísica de JRJ" tenía que resultar, por fuerza, algo chocante para quienes lo consideran convenientemente enmarcado en el campo de la poesía y la literatura.

Y, no obstante, no resulta descaminado atribuir a la poesía juanramoniana características propias de la metafísica. El poeta Basterra y el filósofo Ortega coincidieron en señalar el carácter metafísico del libro que serviría de arranque a lo que se dio en llamar la "segunda época" de la poesía de JRJ. Y el propio autor se mostraría completamente de acuerdo  con ese calificativo. En realidad, poesía metafísica o metafísica poética, han existido de siempre. Señalemos el hecho de que los más antiguos filósofos, los llamados "presocráticos" consideraron el verso como el vehículo más apropiado para dar cuerpo a sus filosóficas lucubraciones.
Por otra parte, ya hubo un grupo de poetas en Inglaterra que se conoció por el apelativo de "metaphysical poets". Son contemporáneos del Barroco español, de manera que bien podría afirmarse que fueron, en cierto sentido, los representantes del barroco inglés. Aunque esta representación se reserve, más propiamente, para otra corriente poética que se llamó Euphuismo. Ambas pueden considerarse modalidades del barroco inglés, lo mismo que en el barroco español se consideran los conceptistas y los culteranos. Prescindamos ahora de los motivos concretos que dieron lugar a que se les aplicara, en este caso, el nombre de "metafísicos".Es de suponer que hubo algunas razones para llamarlos así. Una de ellas bien pudo ser la de preguntarse por el ser de las cosas, por la consistencia de la realidad y tratar de  dar respuesta a esas cuestiones desde el ámbito de la poesía. Este creemos que es el caso de Juan Ramón. Su poética revela su pronunciamiento personal acerca de dichas cuestiones.

Pero algunos profesionales de la literatura, celosos de que esa disciplina afín a la poesía, que es la metafísica, pudiera arrebatarles algunas de sus más relevantes figuras, se empeñan en negar la condición de 'metafísicos' a quienes, desde el campo de la lírica, se atreven a hacer incursiones en el terreno de la metafísica. Este es el caso, al que ya me he referido en una ocasión anterior, del profesor Ynduráin (senior) quien se negaba a reconocer que JRJ fuera un lírico "metafísico":
 
 Para mí tengo muchas dudas acerca de la capacidad de JRJ para especular en un plano metafísico. Lo que pasa, me parece, es que la lírica suele en sus más altos vuelos rondar lo metafísico en intuiciones más ocasionales que sistemáticas, que no le pertenecen ni le son exigibles" (Carta al autor de estas líneas)

Leídas estas palabras de Ynduráin cabe pensar que la Poesía sólo "en sus más altos vuelos" puede alcanzar las alturas de la Metafísica; pero que no es lo suyo llegar a esas alturas, reservadas sólo a la Metafísica; por lo que esas intuiciones de carácter metafísico son 'ocasionales', más propiamente que 'sistemáticas', ya que éstas no le corresponden a la lírica:  'no le pertenecen ni le son exigibles'.

No entendemos por qué no puede estar la poesía a la altura de la metafísica más que de manera excepcional. Esa lírica de "altos vuelos" es la que practica JRJ en su 2ª época y de ahí que podamos admitir la compatibilidad entre lírica y metafísica; puesto que, en este caso, la lírica aspira a darnos una visión de la realidad y una interpretación de la misma en una clave que es, a la par, poética y filosófica.                                                  

jueves, agosto 21, 2014

HERÁCLITO, UN FILÓSOFO DE PRIMERA FILA

Heráclito,  fragmento  del  cuadro  de
Rafael titulado "La escuela de Atenas"
Sabemos poco de él, pero ese poco que sabemos nos hace concebir la idea de que fue uno de los grandes intuitivos que ha tenido la Humanidad. Anticipó el ”conócete a ti mismo”, de Sócrates, practicando el autoconocimiento como método para investigar la Humanidad. Dio testimonio de la utilidad de esta práctica en uno de los fragmentos que se conservan, por el que sabemos que la clave de su sabiduría giraba en torno al autoconocimiento: “Me he investigado a mí mismo” (διζησάμην μεωυτόν) (frag. 101) 

En el conocimiento de uno mismo se fundamenta el conocimiento de la Humanidad, ya que cada uno de nosotros es el hombre que tenemos más al alcance. Por esta razón resulta tan fecundo el conocerse a sí mismo, porque cada uno de nosotros puede ser el espejo en el que se refleja la Humanidad. Todas las grandes manifestaciones del pensamiento y del arte se nos revelan a través del propio conocimiento: comprendemos, por ejemplo, el Barroco a través de nuestro propio barroquismo; el Romanticismo, a través de nuestra propia experiencia de lo que es ser romántico, etc.


El ejemplo heraclíteo es una de las grandes enseñanzas, como método de acceso al conocimiento. Método sencillo y económico, si los hay, para acceder a la ciencia del hombre.


Sólo por haber sido, si no el primero, sí uno de los primeros en revelar a los demás ese sencillo método, Heráclito merece ser considerado uno de los grandes maestros de la Humanidad.

LA POLÉMICA SOBRE LA CONNOTACIÓN METAFÍSICA DE LA POESÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Es hasta cierto punto justificable que un profesor de Literatura se sienta incómodo si algún crítico espontáneo (yo, por ejemplo) se permite la licencia de considerar la poética de JRJ dentro de una disciplina que, en principio, parece ajena a la poesía, como sería, en este caso, la metafísica. Y esto es lo que me ocurrió, hace ya bastantes años, con el benemérito catedrático de Literatura de la Universidad de Zaragoza, el profesor Dr. Don Francisco Ynduráin. No era mi intención, ni mucho menos, desplazar del campo de la literatura a uno de sus poetas más gloriosos, como es JRJ, para adscribirlo al campo de la filosofía. Por mucho que se reconozcan, desde antiguo, las afinidades que existen entre ambas disciplinas. Recuérdese sólo un nimio detalle: los primeros filósofos, los presocráticos, escribían en verso. Desde muy antiguo, la Filosofía y la Poesía nacieron como hermanas gemelas.
En el caso de Juan Ramón, esta afinidad entre poesía y filosofía se hizo patente, de modo especial, a partir del libro Diario de un poeta recién casado, libro que, convencionalmente, inicia lo que se ha dado en llamar “la segunda época” de la poesía juanramoniana. En todo caso, el epíteto de metafísico se comenzó a aplicar a esa nueva manera de hacer poesía y en esta apreciación coincidieron algunas prestigiosas figuras del momento, entre ellas Ortega, el filósofo, y Basterra, el poeta. Juan Ramón asentía de acuerdo con ellos y parecía particularmente complacido en reconocer ese carácter metafísico que de manera especial comenzaba a hacerse perceptible a partir de ese libro. En el ya vasto campo de la bibliografía juanramoniana (de la que da una referencia casi exhaustiva el libro de Antonio Campoamor González, Bibliografía general de Juan Ramón Jiménez (Taurus, 1983) hay varios autores que han abordado el tema de la “metafísica” de JRJ, entre ellos la autora de una tesis de licenciatura. * Otros autores que se han ocupado con el tema de la “metafísica” de JRJ son Manuel Sánchez Tello (Metafísica juanramoniana, charla pronunciada en 1981 en la Caja Provincial de Ahorros de Huelva) y Oreste Macrí en su Metafísica e lingua poética di Juan Ramón Jiménez, (Parma, 1958) Y, por último, el modesto autor de estas líneas. En el citado libro del compilador bibliográfico aparecen, recogidos de diversas publicaciones (nn. 5.491 al 5.495 bis) todos esos trabajos. Los estudios publicados en diversos medios se reducen a dos, que han sido incluidos en el capítulo IV de mi libro De la Vida a la Teoría (2013) pp. 67-89
En la opinión de Don Francisco Ynduráin (persona de mi mayor aprecio y estima) que he recogido en el primero de los dos estudios anteriormente aludidos, no parece pertinente incluir al poeta de Moguer entre los metafísicos. “Lo que pasa –me parece- es que la lírica en sus más altos vuelos suele rondar lo metafísico en intuiciones más ocasionales que sistemáticas, que no le pertenecen ni le son exigibles”.
Opinión respetable, por venir de tan cualificado profesor, pero que tiene en contra el hecho nudo de que el pronunciamiento del poeta acerca de la realidad, tal como ha sido vivida por él, es de índole metafísica.

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* El título de la tesis es El "Diario" de Juan Ramón Jiménez y su metafísica, por Mª Luisa Amigo Fernández de Arroyabe  (el nº asignado a este trabajo es el 1.698, pág. 163)

viernes, agosto 15, 2014

LA ESCATOLOGÍA EN LA POÉTICA DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Cuadro de Tiépolo con la Virgen,
la luna y la serpiente.

La palabra "escatología" en español posee un doble étimo, de donde se desprende una duplicidad de significado. Esto no sucede en otros idiomas europeos, por ejemplo, en el italiano *, en el que cada uno de esos significados, que en español se engloban en un solo vocablo, se distinguen con una grafía distinta. Así "scatologia" se distingue de "escatologia", conforme a la distinta procedencia del griego "skatós" (excremento) y “esjatos” (último)
En cambio, en el idioma español, sólo por el contexto podemos estar seguros de que la palabra “escatología” se refiere a una cosa o a la otra: ya sea a las postrimerías (o las ultimidades) o bien a los excrementos. Las llamadas postrimerías, o ultimidades, las reduce el catecismo de Ripalda a cuatro: muerte, juicio, infierno y gloria. De forma análoga se podría reducir la escatología de la basura a una tetralogía. De hecho, esta tetralogía está recogida en el lenguaje popular en sendas palabras referidas a los excrementos, el trasero, las ventosidades y la orina.
Lo escatológico en Miguel Hernández es un tema circunstancial, accesorio. Sólo presente en su primer libro, que tenía mucho de escarceo y ensayo, entre lúdico y humorístico. En todo caso, el poeta tiene buen cuidado de atenerse a la definición que una vez dio Ortega de la poesía: “eludir el nombre cotidiano de las cosas”. El poeta suele, en este caso, eludir las palabras usuales como nefandas, recurriendo a varios de los recursos expresivos posibles, entre ellos, el circunloquio. Así, para referirse al trasero suele decir “las últimas mejillas”, o bien, “el más que opuesto, bello lado”. Los chorros de la orina, o los excrementos, son “sierpes” (‘silban sierpes y bajan, amarillas / pero delgadas asias sobre Europa’) “Europa” es la taza del inodoro, por su color blanco.
Las ventosidades se aluden con la expresión náutica de “viento en popa”. No se puede afirmar que el poeta insista demasiado en el tema escatológico. En total sólo dos de las 42 octavas de Perito y otras dos del número total de octavas (87) abordan el tema escatológico; lo que viene a representar menos de un 4’6 % del total. Las dos octavas de Perito en lunas dedicadas al tema escatológico son la XII y la XXX; y las otras dos del resto de las octavas que no se incluyeron en el libro citado son las que llevan los números 22 y 33, respectivamente. Esta última fue suprimida seguramente por su referencia explícita a la ventosidad. No entendemos bien por qué el poeta parece mostrar un sentimiento de culpa ante lo que es, a todas luces, un desahogo natural, además realizado en el debido lugar como es el WC. Dice el poemilla:

Perdóname, Señor, si sobre el pedo
alzo hasta Ti la más oscura copa.
De la gloria, Señor, por Ti me vedo
y la gloria me tira de la ropa.

Sin ella, Señor mío, ¿qué más puedo
hacer, a lo viudo, sobre Europa,
que elevarme a la esfera que Tú ocupas
y decirle a Luzbel que vuelva grupas?

No entendemos bien las claves secretas que podrían arrojar luz sobre esta extraña humorada. Parece como si el poeta entendiera que se trata de una blasfemia involuntaria. ¿De qué “oscura copa” se trata y en qué sentido se alza aquí la tal copa como en un brindis irreverente?
Si ponemos en conexión lo de ‘oscura copa’ con los versos de la octava XXX , podemos colegir que aquí se habla del inodoro. Cuando nos sentamos en la taza del WC es como si la “eclipsáramos” y, por tanto, la pusiéramos en la oscuridad (Aquella de la cuenca luna monda / sólo habéis de eclipsarla por completo / donde vuestra existencia más se ahonda, / en el lugar preciso y recoleto)

En cuanto a la palabra “gloria”, si no me engaña la intuición, está aquí tomada en el sentido verleniano, según la anécdota que recoge Rubén Darío en su Autobiografía.
Cuando Rubén conoció personalmente a su admirado poeta Verlaine, el nicaragüense preguntó al francés qué impresión le producía el disfrutar de la gloria literaria de la que gozaba. El francés apagó el entusiasmo del vate americano con la respuesta siguiente:

La gloire, la gloire! Merde, merde encore! (Creo que podemos ahorrarnos la traducción)

Esa “gloria” es la que “le tira de la ropa”, pues le hace bajarse los pantalones. Desde luego, “Europa” es, como ya hemos dicho, la taza del WC. Y la ventosidad le hace trasladarse a la región aérea. En cuanto a Luzbel, es, si no me equivoco, el nombre que el poeta aplica en este caso al trasero.

En todo caso, pienso que es preferible prescindir de glosar este tipo de poemas, queriendo descifrar las intrincadas asociaciones de ideas que pueden presentar.

Por más que sea legítimo tratar de entender a un poeta cuya estima está, por otra parte, más allá de toda duda.
 Sí que también es verdad que la bien ganada fama de Miguel Hernández, su merecida "gloria", la debe a su poesía seria, concretamente la que se inicia con ese libro que lleva el título de El rayo que no cesa.
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* también ocurre otro tanto en francés y en inglés