jueves, diciembre 25, 2014

NUEVAS REFLEXIONES SOBRE LA FUENTE DE ARIAS MONTANO

Ya he contado aquí en otra ocasión (11-7-2010) a cuál de las dos fuentes de Arias Montano me refiero, la de Buitrago del Lozoya, en Madrid, o la de Aracena, junto a la llamada Peña de Arias Montano, en la sierra de Huelva. Siempre se creyó que las estrofas sáficas latinas que el biblista de Fregenal compuso se referían a esta última fuente. Hubo que padecer algunas equivocaciones, tanto en la adecuada transcripción del poema montaniano, como en la gratuita suposición de que la celebrada fuente era la de la Peña de Aracena.

Hasta que el doctor Don José María Maestre y, posiblemente, su maestro Don Juan Gil, tomaron cartas en el asunto y se pudieron aclarar, por fin, los varios enigmas que encerraba la oda “ Pro incolumitate fontis Ariae Montani”.

El primero fue el de recuperar para el santoral el nombre de un santo descatalogado que figura en la segunda estrofa de la oda. Se trata de San Audito, santo del que “numquam audivimus” (o sea, más bien, San Inaudito). Este santo tuvo su correspondiente monasterio, durante la época medieval, en Buitrago, en la provincia de Madrid. Cuando ya sus frailes se aburrieron y se marcharon de allí, el edificio fue adquirido por el Cardenal Cisneros, para utilizarlo como residencia de verano de los estudiantes de Alcalá. Un Montano bastante joven residió allí como estudiante y durante ese tiempo, aprovechando los ratos libres, pudo excavar una fuente y componer unos versos en latín, pidiéndole a la Virgen protección para esa fuente, que él mismo había cavado con la ayuda de un azadón.

Una vez puesta en funcionamiento la fuente, nada mejor que dedicársela a la Virgen, con el propósito de ponerla bajo su protección:

Cuida tú, Virgen, de mi amada fuente 
que, hace poco, mis manos excavaron
de la gravosa azada con el duro
diente de bronce.

La estrofa siguiente presentaba un problema de transcripción en la primera palabra del verso 4º, el adónico. Quienes habíamos antes tropezado en ella leíamos un presunto “lúgier”, que, según las trazas, podría ser la forma pasiva del infinitivo activo de un posible “lugĕre”. La solución no era satisfactoria, puesto que el verbo latino “lugēre” pertenece a la segunda conjugación y su infinitivo presente pasivo, en la forma correcta, sería “lugerier”. Pero, claro, esta forma no encajaba métricamente en el adónico. Y pese a la muy improbable existencia de una forma ‘alotrópica’, no atestiguada por lo demás en los autores clásicos, de un verbo “lugĕre”, de la 3ª, dimos por hecho que el tal verbo pudo existir en la imaginación de Montano, como un sustitutivo de “lugēre”. Pero la verdad es que no se trataba de la manida metáfora de que “las fuentes lloran”. Antes de que el profesor Maestre nos sacara de nuestro despiste, los que habíamos leído “lúgier” no habíamos reparado que el presunto acento prosódico (inexistente en latín) no era más que el llamado ‘signo de nasalidad’ (que sustituye a la ‘n’ o la ‘m’ en la grafía medieval y renacentista de estas letras) y que lo que habíamos tomado por una ‘l’ no era otra cosa que la llamada ‘i’ longa. En resumen, que en vez de ‘lúgier’, lo que allí debía leerse era ‘iungier’. Y, siendo esto así, no se trataba de ninguna especie de llanto por parte de la presuntamente llorosa fuente. Sencillamente, era que el agua de la poza sobre la que cae el chorro que mana, quiere que continúe esta unión incesante entre el uno y la otra:

Mira, fluyendo de la roca viva, 
precipitarse, trémulas, sus ondas;
y el líquido del fondo cómo quiere u-
nirse al que cae.

Esta segunda traducción, por mi parte, se permitía esa especie de cabriola métrica que consiste en hacer una sinalefa entre el sáfico y el adónico siguiente, floritura de la que hay suficientes ejemplos en los poetas que cultivan el verso eólico: ... - Iove non probante u- / xorius amnis (Hor. C.2.19); o, simplemente, partir una palabra en sílabas que corresponden al sáfico y al adónico siguiente: ... neque purpura ve-/ nale nec auro (ibi. 2.16) Finalmente, un verso dudoso de Catulo (11.11):

... Gallicum Rhenum† horribilesqueulti-
mosque Britannos.

Por último, la estrofa 8ª presentaba la dificultad de interpretar correctamente la forma “crepet”, del verbo de la 1ª “crepare”. Ninguno de los traductores hasta ese momento habíamos logrado interpretar ese “ruido” que debería asustar a las culebras o serpientes venenosas cuando se acercaran a la fuente, el ruido que debería ahuyentarlas del lugar. “Crepare” es el ruido que hace algo al estallar, por ejemplo, un globo elástico, una vejiga (vesica displodens) . Si la primera culebra que se aproxima a la fuente estalla o revienta, como un triquitraque, las otras que merodeen por el lugar se espantarán y se alejarán para siempre.
Este es el sentido del verbo “crepare” (que también puede referirse al ruido de la ventosidad). Yo traduje, cautelosamente, el “crepet” por “un crujido suene”, sin determinar el origen de ese presunto “crujido”. Se trataba del ruido que podría producirse al reventar la propia culebra, antes de tocar las aguas protegidas por la divinidad.

Se me ocurre que si a Montano le hubiera dado por redactar su verso de otro modo, por ejemplo, este:
                       impetat lymphas pereat crepando

donde “crepet” se puede interpretar por “rumpatur” (es decir, ‘perezca estallando’)la cosa hubiera sido más fácil de entender. La construcción sería métricamente correcta y además, semejante a otra que se da en una estrofa anterior (“tegat inminendo”, v. 23)

En fin, todo esto es, naturalmente, “a toro pasado”. Lo cierto es que hasta que salió a la luz el magistral estudio de Maestre (en una memorable jornada celebrada en la Peña, donde tuvo lugar su brillante exposición) no se aclararon, de una vez por todas, las interpretaciones, no del todo correctas, de la oda montaniana.

Desde aquel día ya no existe la menor sombra de duda sobre la correcta transcripción e interpretación de la oda “Pro incolumitate mei fontis" (Por la preservación de mi fuente) Mía, decía Montano, porque la había excavado él, pero menos suya que la de la Peña de Aracena, porque ésta formaba parte de una finca de su propiedad. Esta fuente era verdaderamente suya, porque la finca donde se encuentra la había comprado él.
_____  

NOTA: El estudio del profesor Dr. José Mª Maestre se publicó en las Actas que llevan por título BENITO ARIAS MONTANO Y LOS HUMANISTAS DE SU TIEMPO (Mérida, 2006) vol. I, pp. 413-476)

sábado, diciembre 13, 2014

DEL HOMO SAPIENS AL HOMO ECOLOGICVS

El siglo XVIII en Europa se caracteriza por ser el siglo de los naturalistas. En él alcanza su máximo apogeo el estudio y clasificación de las especies zoológicas y botánicas, que se verá incrementado en el siglo siguiente por otros ilustres naturalistas como Cuvier y, sobre todo, Darwin. Pero los fundamentos de las ciencias biológicas tienen lugar en el siglo anterior, con figuras como Linneo y Buffon. Se acomete la ingente tarea de clasificar las especies animales y vegetales; entre las primeras, la especie humana, a la que el naturalista Linneo asigna, en 1758, el distintivo de “homo sapiens”. La honrosa calificación es, desde entonces, aplicable a todo “bípedo implume”, tanto si es verdaderamente sabio como si es un vulgar zote o marmolillo.

Pero el pretendido “homo sapiens” (cosa que no parecieron sospechar los bienintencionados naturalistas dieciochescos) comenzó a convertirse en el gran depredador de la Naturaleza, considerada ésta como abastecedora (despensa) a la vez que habitáculo y residencia de la especie dominante.



El “homo sapiens” ha venido a ser, con el tiempo, el más formidable obstáculo para la conservación de la biosfera. Su ‘sabiduría’ le está sirviendo ahora para tomar conciencia de que el deterioro que a escala mundial está sufriendo el planeta está siendo causado, principalmente, por la nefasta influencia que él ejerce sobre el llamado medio ambiente. El cambio climático es uno de los efectos más perceptibles que tenemos a la vista y cuyas consecuencias no auguran nada bueno. Se advierten sus efectos en todas las latitudes del globo terráqueo: el hielo de los polos se derrite y la fauna que antes se desenvolvía bien en este medio ahora lo hace cada vez con mayor dificultad.



Disminuye la masa arbórea, principal suministradora del oxígeno necesario para la vida, impidiendo el conveniente intercambio del dióxido de carbono facilitado por la función clorofílica; se trastorna y se desequilibra este intercambio con el desproporcionado crecimiento de las combustiones: el mundo está “que arde”, literalmente. Combustiones por tierra, mar y aire, que aceleran el llamado “efecto invernadero”.



Con el invento del fuego, el hombre antiguo tuvo ya el pálpito de que había cometido una transgresión. Prometeo, el favorecedor de la Humanidad, con el robo del fuego traído del cielo, se convirtió en un potencial enemigo de la misma. Y como tal fue castigado a ser encadenado a una roca y a que un buitre le picotease el hígado que, constantemente, se le regenera. Admitamos, pese a todo, que Prometeo fue un bienintencionado y que quiso hacerle un favor a la Humanidad. Quizás el logro prometeico no hubiera sido tan funesto, si el hombre hubiera aprendido antes a utilizar la energía no contaminante: la solar, la eólica, la hidráulica. La utilización de los combustibles fósiles ha resultado ser la más perjudicial para la biosfera. Y ese avance hacia la creciente degradación ambiental está poniendo en entredicho el título que le hacía acreedor al más relevante puesto en la escala zoológica. El “homo sapiens” se viene haciendo merecedor últimamente a ser desposeído de ese título para ser degradado a la categoría de “homo insipiens”. *



Para recuperar su antiguo prestigio en la escala zoológica, para librarse de esa connotación que se ha ido ganando a pulso con su actuación necia y suicida, el hombre tiene que reconciliarse con la Naturaleza y convertirse en una nueva especie regenerada; adoptando y poniendo al día los saludables preceptos que descubrió en sus etapas de mayor lucidez, cuando intuyó que la más adecuada manera de consolidar su sabiduría era la de “vivir en armonía con la Naturaleza”, según el viejo precepto de Zenón que nos ha conservado Diógenes Laercio en sus Vidas de los filósofos: “Fue Zenón quien primero dijo, en su Sobre la naturaleza del hombre, que el objeto principal de la sabiduría es el de vivir de acuerdo con la Naturaleza”**



Este ideal es el que puede llevarle a recuperar la antigua dignidad perdida de “homo sapiens”. Cuando logre esa armonía con la Naturaleza, tras haberse reconciliado con ella, el hombre será acreedor a estrenar su nuevo título en la nomenclatura zoológica: el de “homo ecologicus” y, con él, habrá recuperado su antigua dignidad de “homo sapiens”.
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*Ver "Homo insipiens", HOY, 1-6-92 (recogido en ARTÍCULOS DE AYER Y DE HOY, pp. 28-29, autoed. (2014)
** Ver Dióg. Laert. Vita Phil. (7.88.2):(vivir conforme a la Naturaleza) (τὸ  ὰκολούθως  τῇ  φύσει  ζῆν) 

martes, diciembre 09, 2014

EVOCACIÓN DE JORGE LLOPIS

Reproduzco aquí la fotografía de Jorge Llopis, que tomo de la contraportada de uno de sus libros paródicos: La rebelión de las musas. La faz del autor no se corresponde con lo que cabría esperar de su ingenio desenfadado. Sus rasgos delatan una especie de tristeza y gravedad que no casan bien con el tono lúdico y jocoso de sus imitaciones paródicas. Quizás el presentimiento de su cercana muerte ya le rondaba, pues su carrera como autor cómico fue breve y meteórica. Sólo vivió 57 años (1919-1976)


Sus aptitudes para la parodia, o sea, la imitación burlesca, las demostró en dos de sus libros más hilarantes: Las mil peores poesías de la lengua castellana  y el citado más arriba, La rebelión de las musas. Del primero de estos libros he seleccionado la parodia sobre el arpa olvidada, de la conocida rima de Bécquer. La de Llopis creo que se titula “Rima del huevo frito” y dice:

Del salón en el centro la mesa
ostentaba el condumio casero;
y en el plato, de límpida loza,
veíase el huevo.

¡Cuánta clara tenía su clara,
cuánta yema tenía en su pecho,
esperando la mano de nieve
que moje en su centro!

¡Ay,-pensé- cuántas veces el hombre
está frito, cual tímido huevo,
esperando una voz que le diga:
“¡este mes te subimos el sueldo!”

Recuerdo también unos alejandrinos del mismo autor, leídos en no sé qué revista de humor, que decían así:

Con la inquietud a cuestas yo voy por el sendero
con la mano extendida de pasión y ternura,
la frente entre las nubes y el pie sobre el otero
(aunque parezca incómoda esta extraña postura)

Yo subo a la montaña, yo asciendo a la colina,
yo voy entre los vientos en pos del huracán.
Y voy también, a veces, con transbordo en La Encina,
A Cartagena, a Murcia o a Alcázar de San Juan.

Yo busco la respuesta excepcional y rara
que aclare mil ignotos pensamientos arcanos:
quiero saber, ¡demonio!, por qué la vida es cara
y si solución tienen los transportes urbanos.

Yo escucho en el silencio el mensaje postrero
que a las puertas del alma nos envían quizás.
Salgo a ver y resulta que ha llegado el cartero
o ese señor que mira el contador del gas.

Mas, sin duda, en la noche hay una voz que llama
y de repente oímos en la quietud silente:
es Antonio Molina, Deglané o Valderrama,
que a todo meter pone la vecina de enfrente.

Por último, recuerdo ahora unos versos pertenecientes a una parodia de teatro clásico, cuyo título, si mal no recuerdo, era Los Pelópidas:

Ampurias, la de las flores,
que con tus gratos olores
has perfumado mi vida,
Ampurias, patria querida,
Ampurias de mis amores.

No hace falta decir la popular canción que evocan estos versos.

Sirva este recuerdo como un sencillo homenaje al autor desaparecido, que tan sanamente nos hizo reír en otros tiempos, en los que también nosotros éramos jóvenes.

jueves, noviembre 20, 2014

DOS SONRISAS EN DETALLE

     Detalle de la sonrisa de Monna Lisa
Fijémonos en el detalle de la sonrisa más interesante de la pintura universal. Aquí se reproduce en detalle el famoso cuadro de Leonardo, uno de los tesoros del Louvre. Falta la parte del rostro en la que se ven los ojos, ligeramente sesgados a la izquierda, indicando que no mira al presente sino al pasado. Su memoria parece trasladarse a un grato recuerdo. Todo converge hacia una fijación placentera.

La sonrisa de Monna Lisa se inicia en la comisura izquierda de la boca. La sonrisa de María, en mi anterior entrada, se agrupa hacia el centro de la boca: se insinúa desde las comisuras centrales del labio superior. Y sus ojos, cerrados, delatan la contemplación interior de un sueño placentero. Esta Monna Lisa está dormida y la de Leonardo, despierta, bien que absorta en la placentera visión recordada. Pero mientras en la sonrisa de la Monna Lisa de Leonardo cabe la posibilidad de sospechar un matiz de picardía atribuible al adulto, en la infantil sonrisa de María sólo cabe pensar en la placidez de la inocencia. Ahí está la diferencia entre una y otra sonrisa.

domingo, noviembre 16, 2014

SONRISA MÁS DULCE NO SABE GIOCONDA

Contemplando esta preciosidad de criatura que es mi nietecita María, me viene a la memoria un verso del gran Rubén Darío en sus Cantos de Vida y Esperanza:

Sonrisa más dulce no sabe Gioconda

Se trata (según he podido localizarlo después) del verso 6 del poema "Salu-tación a Leonardo". Todo un poema la imagen de esta criaturita de apenas dos semanas de vida. ¿Qué visión beatífica está contemplando que hace que se le dibuje en el rostro esa plácida sonrisa?

El arte fotográfico compite en este caso con el arte pictórico. La famosa pintura de Leonardo que está en el Museo del Louvre representa la sonrisa de una mujer adulta, la célebre Monna Lisa. En el retrato de Leonardo, la mujer esboza una leve sonrisa, como evocando algo inefable y grato.

En este caso (el de la foto adjunta) la mamá de la criatura ha sido la artífice que ha sabido plasmar ese momento en que la niña experimenta una agradable sensación de placidez, tras haberse nutrido de la ubre materna.

María sonríe plácidamente, ahita de leche y de inocencia. ¡Sonrisa más dulce no sabe Gioconda!

jueves, noviembre 13, 2014

NUEVA GLOSA DE LA OCTAVA XXXIV DE PERITO EN LUNAS

La interpretación del lenguaje poético de Miguel Hernández, en particular el  que atañe a la etapa de Perito en lunas, debe tener en cuenta la frecuente  polisemia de las palabras en ese lenguaje poético. Así, por ejemplo, la palabra Europa puede significar la taza del WC (por su color blanco) pero, también, según el caso, la jaca del picador, montada por éste, lo mismo que Europa, la doncella fenicia, montó en su día a Júpiter metamorfoseado en toro. Hay que tener en cuenta la bisemia, o polisemia, que pueden presentar las palabras, bien por su propia naturaleza o porque el poeta les ha conferido esa polivalencia.

En la palabra "coral" (con que comienza la octava que aquí glosamos) se pueden considerar, de principio, un par de significados, según le antepongamos el artículo 'la' o el artículo 'el'. En el primer caso, se trata de un conjunto musical de voces. En el segundo, de una sustancia que se encuentra en los arrecifes submarinos. Pero, tambien, tanto el coral como la coral, pueden referirse a cada uno de los individuos que integran una coral o un arrecife coralígeno.

Considerando los prenotandos que van dichos, estamos en condiciones de poder suponer que esta coral que canta se refiere a un individuo o grupo musical. Pero resulta que quien canta es 'una noche'. ¿Qué clase de 'noche' es ésta? Una noche que tiene 'filos' (al filo de la noche, al filo de la madrugada) y por uno de esos 'filos' canta. Este 'filo' es el pico. Y, por el otro, el ano, "su luna siembra, para / otra redonda noche,  luna clara, / -¡la más clara!-, con un sol en sigilo/". La luna clara es... el huevo (la más clara, porque contiene la clara, o albúmina y, envuelta en ella, la yema: "un sol en sigilo". Atando cabos podemos interpretar el acertijo de este modo: La coral es, en este caso, una gallina negra que acaba de poner un huevo, destinado a la sartén (= redonda noche). El huevo tiene la forma del dirigible, o zeppelín, cuando se dirige, "llevado en vilo", a la sartén. Si no hubiera sido echado en las "hirvientes sombras" del aceite caliente, hubiera podido salir de él el futuro gallo que, como un rejoneador monta a la jaca, montaría a la gallina (=potro)  (desplegando las alas "en abanico", para mantener el equilibrio sobre ella)

Mejor que imaginarse todo lo que nos sugiere esta parábola, es ayudarse de unas imágenes al efecto donde se ve a la gallina (componente de la coral del gallinero) cantando por el filo del pico y poniendo el huevo (sembrando su luna) Video adjunto:

https://www.youtube.com/watch?v=uVuX3R5kNq0

 En cuanto al "galán rejoneador" podemos verlo actuar en el video


martes, noviembre 11, 2014

ALGUNAS ANÉCDOTAS DEL SEMINARIO DE BADAJOZ

Se ha celebrado recientemente el centenario número 350 de la creación del Seminario de Badajoz. Para conmemorar esta efemérides el Centro de Estudios Extremeños ha preparado un número extraordinario de la Revista de Estudios Extremeños en el que he colaborado con un artículo, relatando mi trato personal con los poetas que por aquellas fechas* estudiaban allí. Acompaño la semblanza de cada uno de ellos con unos dibujos en los que he procurado retratar sus respectivas fisonomías. La del poeta Pedro Belloso se acompaña de una fotografía.

En la redacción de ese artículo he echado mano de mis recuerdos personales sobre los poetas que allí traté y conocí. No he incluido a mi buen amigo Benito Acosta porque por aquellas fechas era sólo un poeta en ciernes. Benito reside actualmente en Málaga y ha publicado muchos libros, tanto de poesía como de investigación bíblica.
 Y ahora es momento de recordar una simpática publicación que se confeccionaba íntegramente a mano y se solía ilustrar con dibujos y caricaturas. En ella colaboraban, sobre todo, los seminaristas mayores (teólogos y filósofos) con poesías, dibujos y relatos en prosa. Yo también llegué a colaborar en ella, al menos una vez, con la caricatura del poeta Nazario Ortiz (seudónimo de Francisco Cañamero) El título de la revistilla humorística era Chumbi y su publicación coincidía con las grandes solemnidades que correspondían a las más señaladas fechas del calendario escolar del centro: el Día de San José (que era también el Día del Seminario) era una de estas fechas. En cuanto al contenido de la revista se resumía en un lema que modificaba el conocido lema de Juan Ramón Jiménez “Amor y Poesía cada día”. Sólo que la palabra “amor” se canjeaba por la palabra “humor”. La publicación era esperada con regocijo por las tres comunidades en que se agrupaba a los seminaristas: latinos, filósofos y teólogos. O, también, pequeños, medianos y mayores. Se leía en el comedor grande, contiguo a otro más pequeño. En este último ‘manducaban’ los teólogos y, en el primero, los latinos y los filósofos. Ese día se abrían las ventanas que comunicaban ambos refectorios para que todos, pequeños, medianos y mayores, pudieran oír la lectura de la revista festiva. En ella se incluían poesías, cuentos y ocurrencias, con la glosa humorística de algunos sucesos hilarantes que habían ocurrido desde la última edición de la revista. Chumbi comentaba jocosamente algunos hechos anecdóticos que se podían catalogar como ‘memorables’ dentro del monótono discurrir diario de la vida común.
 Entre las actividades encaminadas a formar al futuro sacerdote estaba la de prepararlo para ejercer la oratoria sagrada. A partir del 1º curso de Filosofía, el alumno estaba obligado a preparar un sermón que, generalmente, pronunciaba una vez en el año, desde el púlpito del comedor. Este púlpito tenía, además de la función de servir de tribuna al futuro orador sagrado, la de servir de estrado al lector de turno (normalmente se turnaba el lector cada semana) En el desayuno la lectura habitual era la de la Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis, que de tanto oírla nos sabíamos casi de memoria. En uno de aquellos sermones de ensayo, el seminarista santeño llamado Serapio Corchado habló sobre los remordimientos de Caín, tras haber matado a su hermano Abel. El remordimiento perseguía al homicida por medio de extrañas visiones, en este caso, el conocido anagrama del ojo enmarcado en un triángulo, representativo del lema “Dios todo lo ve”. Así, dondequiera que se escondía Caín, “el ojo grande lo miraba”. El orador novato llegó a repetir esta expresión varias veces. La frase quedó grabada en la memoria de todos los oyentes. Nada tenía de extraño que en la próxima edición del Chumbi, en la sección de anuncios, apareciera el siguiente: “Oculista de Los Santos: especialidad en ojos grandes”.
La alusión al inolvidable sermón de Serapio resultaba hilarante.

Otro de los recursos cómicos que se utilizaron en el Chumbi era la oportuna aplicación humorística de las enseñanzas del Kempis. Así, por ejemplo, el seminarista Bazago Donaire poseía una enorme linterna, muy útil para desplazarse por los oscuros pasillos del Seminario, sobre todo cuando en las tardes de invierno, había que acudir a la barbería a trasquilarse cada mes. A Bazago le cuadraba muy bien aquella frase del Kempis que reza: “Quien me sigue no anda en tinieblas”. Otra de estas frases le venía a la medida al compañero  Ramón Rodríguez Bordallo. Entre sus compañeros del 2º curso de Filosofía, Bordallo se destacaba por su aspecto aniñado, imberbe, frente al común de sus condiscípulos, con aspecto de hombres hechos y derechos. En el Chumbi se aplicó a Bordallo otra conocida frase del Kempis: “Cada vez que estuve entre los hombres volví menos hombre”.

Por último quiero referirme a otra anécdota esta vez concerniente a mi modesta persona. 

Como cada quisque, yo también tuve que pronunciar mi correspondiente sermón en el comedor. Ni siquiera recuerdo ahora sobre qué tema versó. Sólo recuerdo que el prefecto de guardia en el comedor aquella noche, Don Alonso García Molano, me dijo cuando bajé del púlpito:

- Eso no es un sermón, es una conferencia (perspicaz Don Alonso, que ya atisbó por aquel indicio que eran otros mis derroteros)

Finalmente, quiero relatar otra pequeña anécdota que me ocurrió en el mismo púlpito, esta vez como lector. Se debía tratar de una revista o periódico eclesiástico que reproducía un discurso del Papa. Leí correctamente el título del discurso que figuraba en el epígrafe como “Discurso de Su Santidad el Papa a los tranviarios”. Pero entonces me fijé en que la palabra tranviarios aparecía impresa con una visible tilde ortográfica en la segunda 'i': tranviarío. Y entonces ‘corregí’, volviendo a leer lo que allí decía exactamente: “Discurso de Su Santidad el Papa a los TRANVIARÍOS”.

La carcajada fue general. Don Alonso me dijo que estaba bien como lo leí la primera vez. A lo que yo le respondí, desde el púlpito,

- Es que aquí pone un acento ortográfico.

A lo que replicó Don Alonso:

Qui bene legit multa mala tegit. (Quien lee bien corrige muchos errores)
_______  
* Me refiero a finales de la década de los años 40 y comienzo de la de los años 50



domingo, noviembre 09, 2014

ALGUNAS ACOTACIONES AL LIBRO "VOCABULARIO DE LA OBRA POÉTICA DE MIGUEL HERNÁNDEZ"

Europa cabalgando a Zeus  convertido en toro
(obsérvese la forma de lira de los cuernos)



El libro cuyo título se indica en el epígrafe de este breve ensayo fue editado hace ya algunos años por la Universidad de Extremadura (1992) y su autora es Marcela López Hernández. La obra lleva un prólogo del académico de la RAE, Gregorio Salvador. En este prólogo el autor no escatima elogios hacia la obra, sin duda meritoria y elogiable por varias razones; no obstante, el propósito de halagar por parte del prologuista le lleva a comprometer su propio juicio crítico en una afirmación tan contundente como ésta: “ni un solo error he hallado en las múltiples calas realizadas” (p. 9) durante la revisión del libro.


Yo pienso que se trata de un libro de indudables méritos, en el que se ha desplegado un trabajo ingente, que nos facilita, en gran medida, el entender la poesía del genial oriolano, en especial la que resulta más difícil de entender, la de la época de Perito en lunas. La señora López Hernández nos da las claves correctas para interpretar la mayoría de los enigmas que nos plantea Perito y, en general, los demás poemas de esta etapa que no se incluyeron en aquel primer libro del poeta.


Hay, sin embargo, algunos casos en los que cabe discrepar de su interpretación. Tal vez la propia autora haya detectado estos casos y, muy probablemente, los corregirá en la próxima edición del libro. Porque, eso sí, el libro reclama futuras ediciones, dada su indiscutible utilidad para los estudiosos de Miguel Hernández.


Yo voy a anotar aquí algunas interpretaciones en las que discrepo de la autora, porque creo que en ese punto concreto estuvo equivocada. Veamos:


A la caña silbada de artificio  (lo, L.L.) La edición de L(eopoldo)   de
L(uis) que yo tengo dice, efectivamente, A la caña silbada de artificio.
Si la autora opta por esta forma, está en error, me parece, pues Miguel Hernández suele emplear con frecuencia la expresión adverbial de modo “a lo...” ( a lo cohete, a lo viudo, a lo anillo...)  En este caso es “A lo caña silbada de artificio” (que es equivalente de otra expresión suya: "a lo cohete") pág. 41 (L.L.)


- carrillo en popa: No es aquí el “pecho, o el “seno”, como cree la autora, sino el trasero (dicho “a lo vulgar”: el culo) p. 517. La autora consigna que “popa” es también sinónimo de “trasero” (véase las acepciones de la palabra “popa”) Por tanto, “carrillo en popa” es... el culo. También llamado, en otro lugar, las últimas mejillas, que la autora traduce correctamente como “nalgas”.


rabo primero (p. 549) : no es la “banderilla”, como sugiere la interpretación de la autora, sino el “cuerno” (“Elegía media del toro”: Por tu nobleza se musicaliza / el saturno de sol y piedra, en tanto / que tu rabo primero penas iza) (El toro, con el cuerno, trata de arrancarse la banderilla y lo que hace es elevarla, sin conseguir que se desprenda) Por lo demás, sabemos que, para el poeta, uno de los varios sinónimos para referirse al cuerno es el de “rabos anteriores” Qué a pulso os sube el toro, picadores, / desde el pozo a la luz de la alegría,/ hasta el mismo brocal os subiría / si fuesen más sus rabos anteriores!) (si el toro tuviera unos cuernos más largos, elevaría hasta la altura de los muros del coso a los picadores)


Polifemo (generalmente escrito con minúscula) es otro de los nombres del trasero. También puede referirse a la coronilla afeitada de los curas (polifemos mal vistos por la testa)


- El poema XXXIV de Perito, se refiere al HUEVO, como su autor apuntó en un ejemplar dedicado a un vecino suyo, que confesaba no entender los poemas. El autor le facilitó la clave para saber de qué iba cada una de las octavas del libro.
La interpretación de la autora en este caso concreto no es acertada, ya que cree que se trata de un “gallo” (Coral canta una noche por un filo / y, por otro, su luna siembra para / otra redonda noche, luna clara, / ¡la más clara!, con un sol en sigilo. / Dirigible al partir, llevado en vilo, / si a las hirvientes sombras no rodara, / pronto un rejoneador, galán en pico, / iría sobre el potro en abanico) *


Dice la autora que la luna significa  el “semen” del gallo. El caso es que luego dice, acertadamente, que la “redonda noche” es la sartén. Si la palabra “luna” fuera en este caso, el 'semen' del gallo, caeríamos en la inconsecuencia de freírlo, en lugar del huevo, que es lo que en realidad se fríe.


Y es que no se trata de un gallo, sino de una gallina, de color negro. Por el pico, junto a su cresta (coral) canta: por un filo. Y por el otro extremo, o filo, deja caer el huevo, destinado a ser frito. Luna especialmente “clara”, porque lleva consigo la “clara” y, al mismo tiempo, la yema: el “sol en sigilo”. Si no fuese a parar a la sartén de aceite hirviendo, se convertiría, con el tiempo, en un gallo que montaría a la gallina, igual que el picador monta a la jaca en la faena de varas.


El poeta maneja un abundante repertorio de sinónimos para denominar diversos objetos. El ejemplo más ilustrativo es el referido a los cuernos del toro: “luna menos cuarto”, “liras”, “bigotes de oro”, “inquiridor de sangre, hueso y remo”, “rabos anteriores”... etc.


Cuando se trata de partes pudendas, como el trasero, emplea otros sinónimos como el de “polifemo” (normalmente los nombres propios se convierten en comunes y de ahí que se escriban con minúscula), “el más que opuesto, bello lado”, “carrillo en popa”, “Luzbel” (no recoge la doctora López Hernández esta acepción en su vocabulario. En la octava 33 (de las no incluidas en Perito) se lee la palabra Luzbel con esta concreta acepción de “trasero” (y decirle a Luzbel que vuelva grupas)


Por lo demás, estoy de acuerdo con la mayoría de las equivalencias que la autora da a determinadas palabras, algunas con doble bisemia. Así “serpiente” puede significar “heces”, o “miembro viril”; “Europa” puede referirse a la taza del WC o a la jaca de los picadores (europas cabalgadas acomete), etc.
En fin, sólo añadir que acerca de la octava XXXIV (que se refiere al “huevo”) ya hice un comentario en este mismo blog, al que me remito a través del siguiente enlace:
_____  
* Ver mi interpretación de esta octava pulsando en el siguiente enlace:

martes, octubre 28, 2014

LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA EN VÍAS DE DESPRESTIGIO

 "Dictaturae ad tempus sumebantur"
(Tac.Ann.1.1.2-3) 

En el comienzo mismo de sus  Anales el historiador romano Tácito nos dice, en un sucinto recorrido de la historia de Roma, que "las dictaduras se adoptaban con carácter temporal". Es decir, se trataba de estados de excepción, como emergencias políticas cuya duración se suponía corta. Si suponemos que el estado caótico en el que cayó la 2ª República española reclamaba la solución de una dictadura, podríamos concluir que ésta era necesaria si la hubiera guiado la buena intención de restaurar el orden público trastornado por continuas alteraciones. Pero si los fautores de la dictadura militar hubieran tenido buenas intenciones, tendrían que haber respetado, ante todo, el estado de derecho que se había instaurado por refrendo popular y este estado era el de la República. No era este el propósito de los militares sublevados, sino el de derrocar el estado constitucional. Los mandos militares no conspiraban para restablecer el orden, sino con el pretexto de restablecer el orden, que es algo muy distinto. ¿Cuáles eran, entonces sus verdaderos propósitos? Pues, sencillamente, los de derrocar a la República. Se vio enseguida que los sublevados tomaban partido por las clases acomodadas y que el levantamiento militar no tenía otro propósito que restablecer la situación anterior a la República, o sea, prolongar la injusticia social que ésta pretendía corregir. Por eso la dictadura que se iniciaba con la revuelta militar no iba a tener carácter temporal, sino vitalicio: aspiraba a mantenerse indefinidamente en el poder, como así ocurrió. La sublevación no venía a restaurar el orden, sino a instaurar a perpetuidad la situación de privilegio de unas clases con respecto a otras. Y, desde luego, a secuestrar por tiempo indefinido el régimen de libertades que pedía la república. Venía sobre todo a defender la causa de los ricos, no a defender al pueblo como tal.

La connivencia entre los mandos militares y la derecha fascista se organizó muy pronto a raíz del golpe militar. La derecha se armó (o fue armada) y el mando militar delegó en los paramilitares de la Falange la tarea de organizar la guerra sucia contra el adversario político inerme y totalmente indefenso. En seguida se procedió a detener a quienes habían mostrado sus preferencias por la república, para conducirlos de la cárcel al paredón, antes de que pudieran incorporarse a los frentes de lucha.


Franco instituyó una de las primeras dictaduras vitalicias de la Edad Moderna. Hizo y deshizo a su antojo y ordenó fabricar una legislación a su propia medida, cual fue el tinglado jurídico que se llamó la Causa General. El dictador nunca soltó el poder que venía detentando desde hacía casi 40 años. Y trató de prolongarlo en sus seguidores, de modo que a su muerte todo quedara “atado y bien atado”

No hay democracia fiable mientras persista ese franquismo larvado, enquistado en el cuerpo de la democracia española. Ya nos están previniendo las naciones que saben de la tragedia española y los crímenes de la dictadura, crímenes de lesa humanidad que son por tanto imprescriptibles.
La validez de la democracia española estará en entredicho, en tanto que no se desmantele por completo ese franquismo residual.
Ni siquiera se ha conseguido, por parte de quienes lo han intentado, anular condenas tan clamorosamente inicuas como la del poeta Miguel Hernández (se le conmutó la pena de muerte por la de cadena perpetua) Y se le dejó morir en la cárcel, negándole los cuidados que su grave estado de salud requería.
No hace mucho tiempo, la nuera del poeta, Lucía Izquierdo, solicitó la anulación de la condena. Y su solicitud fue denegada por el tribunal nombrado al efecto. Y eso después de la generosa amnistía que, en nombre de la izquierda, firmaron en 1977 quienes decían representarla, sin contar con la opinión de los demás. La derecha, por su parte, ni se dignó firmar esa amnistía.
Esta es la precaria y “valetudinaria” democracia de la que gozamos... y penamos los que padecimos aquella dictadura.

lunes, octubre 27, 2014

EL DESPRESTIGIO DE LA 2ª REPÚBLICA ESPAÑOLA

La 2ª República española, votada masivamente en un 14 de abril de 1931, tuvo sus adversarios y detractores, especialmente por parte de las clases privilegiadas, que veían amenazados sus privilegios y la preponderancia social de la que gozaban. Ese primer intento de implantar un Estado democrático en España contó, desde un principio, con la enemiga de sus oponentes, que procuraron difamarla equiparándola a la anarquía y al desorden. Muy posiblemente, debido a que el ejercicio de la democracia requiere la suficiente madurez y cultura por parte de la clase popular, y dado que ésta no tenía fácil acceso a esa cultura, se producía el círculo vicioso de que las masas no podían acceder a la democracia porque previamente no podían acceder a la cultura necesaria para gozar de las ventajas de un Estado democrático. Los gestores de esos gobiernos republicanos bisoños fueron los principales responsables del fracaso de la República. El pueblo inculto entendió mal la libertad y la entendió de la más crasa manera que podía entenderse: la de campar por sus respetos o, utilizando la expresión de Platón, “hacer cada uno lo que le viniera en gana” (poieîn hoti tis boúletai). Así los intelectuales que se habían en principio decantado por este sistema de gobierno, como por ejemplo Ortega, se desmarcaron enseguida de aquellos derroteros descaminados que tomaba la mal entendida libertad y desaprobaron con su dictamen el desorden: “¡No es esto, no es esto!”, clamaba Ortega. Si las autoridades de la República no hubieran actuado con la lenidad e irresponsabilidad que lo hicieron, tal vez se hubiera evitado la ruina del sistema. Si se hubiera encausado de inmediato a los libertarios que incendiaban iglesias o conventos y mataban religiosos (unos desmandados o, quién sabe, si ‘mandados’ por quienes estaban interesados en el fracaso de la República), si se hubiera encarcelado a los derechistas que asesinaron al teniente Castillo y a los izquierdistas que mataron a Calvo Sotelo, si se hubieran atajado desde un principio los desórdenes que los ineptos gestores de la República no supieron atajar, acaso no se hubiera producido el desorden mayor y decisivo que supuso la sublevación militar y el golpe de Estado desencadenante de la Guerra Civil. Desorden mayúsculo y definitivo, porque, como decía Séneca el Mayor: “¿Quién, para corregir desórdenes públicos trastornó el Estado de Derecho?” (Es mi particular interpretación de la frase en latín "quis ut seditiones leniret turbavit rem publicam?”) (L.A. Séneca el Mayor, Contr. 2.6.4.22-24) Los interesados en derrocar la República pretendieron corregir un desorden con otro mayor. Y concluye Séneca : Non coercet vitia qui provocat. (ibid.): “No reprime los desórdenes quien los promueve”. El Alzamiento no tenía otro objetivo que el derrocamiento de la República y hacer al pueblo víctima de los desórdenes por parte de uno y otro bando. “Se revistió de legalidad el crimen” (Luc.B.C. 1.2)


Se constituye un doble frente, político y militar. El primero está integrado por los paramilitares armados de la Falange y la derecha. La ciudadanía inerme de la izquierda es la víctima de la represión de la derecha, apoyada por los mandos militares. La propaganda del llamado Movimiento justificará el exterminio del enemigo político basándose en un presunto doble motivo: el patriótico y el religioso: es lo que preconiza la consigna “Por Dios y por España”.
La publicidad del Régimen se pone en marcha, santificando la propia causa y demonizando al enemigo. Pemán escribirá su Poema de la Bestia y el Ángel y Manuel Machado prostituirá su musa con el soneto panegírico a Franco, Caudillo de la nueva reconquista... ( De todos modos, M. Machado consideraba que ser poeta era ya una manera de ejercer la prostitución: "Hetairas y poetas somos hermanos")
Pero la  publicidad máxima del Régimen proviene de la jerarquía eclesiástica española que, por medio del Cardenal Gomá, califica la sublevación militar como Cruzada (1937) Es el definitivo espaldarazo que consagra la rebelión militar, la perduellio, o alta traición, como una defensa de los valores religiosos.

Y volvieron las “banderas victoriosas / al paso alegre de la paz”. ¿La paz? Sería la paz a la que se refería irónicamente el jefe britano Calgaco, quien hablando de los romanos decía: “llaman paz al hecho de sembrar la desolación” ("ubi solitudinem faciunt pacem appellant" (Tácito, Agr. 30.6.2-3) También la paz de los sepulcros. La propaganda del Régimen justificó los propios crímenes con el  lema de “caídos por Dios y por España”. En todos (o la mayoría) de los pueblos de España se erigió una Cruz de los Caídos y se pusieron en las paredes de los templos parroquiales las listas de los caídos del Régimen, incluidos aquellos pueblos en los que no hubo ni un solo caído de derecha.

Y todo esto lo tuvo que soportar el pobre pueblo español de los vencidos.
¿Hay o no hay motivos suficientes para renegar de aquel régimen que masacró al pueblo español, inocente como tal pueblo, mientras quedaban impunes los crímenes propios?

UNA FORMALIDAD INDISPENSABLE DE LA DEMOCRACIA

La condena de las dictaduras constituye una formalidad exigible de la democracia, algo así como la piedra de toque de su autenticidad. Los damnificados del Régimen vienen reclamando esta mínima satisfacción a fin de partir de un acuerdo básico sobre lo que debe ser la idea de la democracia, en la que se debe coincidir. Consiguieron del PP en el año 2002 la unanimidad en el Parlamento en condenar la dictadura franquista, el día 20 de noviembre del citado año. Pero cuatro años después, el 4 de julio de 2006, el representante del citado partido, entonces en la oposición, se negó a refrendar en el Parlamento Europeo la anterior condena del franquismo. Esto constituía un paso atrás en lo que atañe al proceso democrático de lo que se convino en llamar Transición. El Sr. Mayor Oreja bien pudo en aquella ocasión dejar en un lugar decoroso a su partido y, con él, a España; con sólo alegar que este partido ya se había pronunciado anteriormente sobre el particular y que él no tenía por qué modificar en nada aquel pronunciamiento. Y hubiera demostrado la coherencia deseable en un partido que se supone democrático, de hecho y de derecho.

Pero no lo hizo así y esta renuencia nos induce a replantearnos la demanda en términos constitucionales. ¿Por qué no incluir en el texto constitucional, a revisar en un próximo futuro, una cláusula en la que, explícita o implícitamente, se condene el franquismo? Sé que, en buena lógica, la redacción de unas normas constitucionales supone la apuesta por la democracia y, en consecuencia, el implícito rechazo de la dictadura. Pero lo cierto es que no se puede creer en la sinceridad democrática de los que se niegan a condenar la dictadura, el sistema diametralmente opuesto a la democracia. Es algo así como una “cabezonada” que no tiene otra explicación que el empeño de llevar la contraria. La oposición es la oposición, pero la democracia exige un punto de acuerdo en cuanto al repudio de la dictadura, su contraria.
No se replantearía este requisito de no haberse dado la retractación, por parte del PP, del previo acuerdo aceptado en el Parlamento en la fecha 20-N-02. De manera que, o se rehabilita la cláusula en la que se aprobó aquel acuerdo o se refleja, en una nueva cláusula del texto constitucional reformado, el repudio y condena de la dictadura, como condición previa para el establecimiento formal de la democracia.
Se podrá con razón tildar de lenidad a una democracia que transige con la no condena del franquismo, o sea, de la dictadura; y se revisarán publicaciones de carácter filofranquista, como es el caso del Diccionario Biográfico Español, recientemente publicado, con el patrocinio de la RAH, en el que se pasa por alto el hecho de que el llamado Alzamiento Nacional fue un “golpe de Estado” y un delito de perduellio, es decir, de alta traición.
Si la más alta institución de la nación en materia de Historia se aplica a maquillar la verdad histórica, además con dinero público, ya me dirán qué clase de credibilidad merece no ya la propia institución, sino el sistema democrático que lo permite.

Pero habrá que explicitar, en posteriores reflexiones, por qué las dictaduras militares y, en particular, la franquista, constituyó un hecho 'francamente' repudiable.

martes, octubre 21, 2014

DE CONSTITUTIONE RENOVANDA

Me pongo a fantasear sobre las modificaciones que se podrían introducir en el texto de la Constitución de 1978, todavía vigente, caso de que se promulgara (como parece postularse) una puesta al día de esa constitución, como remate y final de esta ya larga etapa que convinimos en llamar Transición. Se me ocurre que podríamos añadir, si todos estamos de acuerdo, un par de artículos cuya redacción sería, más o menos, la siguiente:


Artículo 1º 
Se declara constitucionalmente ilegítima toda dictadura y, por ende, condenable. 

                                                    Artículo 2º
En consecuencia, condenamos la dictadura que abarca el periodo 1939-1975 y el golpe de Estado que la propició.

Estamos, naturalmente, fantaseando, según hemos dicho más arriba; pero de ninguna manera saliéndonos de los límites de lo razonable, puesto que ya hubo una condena unánime del franquismo en una memorable sesión del Parlamento, en la fecha del 20 de noviembre de 2002, (20-N-02) fecha capicúa, como puede observarse, para que fuese de más fácil recordación.
Se trataría, pues, de poner por escrito, en el sitio donde debe estar, una resolución ya acordada por unanimidad en el parlamento democrático que era el vigente en 2002; por más que, inconsecuentemente con aquel acuerdo, el representante del PP en el Parlamento Europeo, señor Mayor Oreja, se desdijera de lo consensuado años atrás por su partido. Desde esta retractación, se supone que asumida por su propio grupo, se ha hecho necesaria la inclusión, en la futura ley de leyes, de una cláusula que condene explícita  o implícitamente  el  franquismo, ya que un texto constitucional que omita este requisito es incompatible con un estado que pueda considerarse democrático. Si, por boca de su portavoz en el Parlamento Europeo, el PP se echó atrás, en 2006, de lo acordado en el Parlamento Español en 2002, se hace preciso replantear la condena anulada, y restituir su validez como garantía de democracia, ya que la renuencia a condenar la dictadura pone en entredicho la credibilidad de cualquier sistema político que aspire a llamarse democrático.
Estoy de acuerdo en que los dos artículos que he sugerido aquí tienen todas las trazas de ser sendas redundancias, pero a ello conduce el empecinamiento absurdo del PP en no condenar el franquismo, hasta el punto de que pueda ponerse en duda la sinceridad de su apuesta por la democracia.
Y es que condenar el franquismo por parte del PP equivale a renegar del pasado y, en cierta medida, renunciar a sus propias raíces.
Pero su opción por la democracia, si es como esperamos sincera, bien merece la pena el sacrificio. El pueblo español que sufrió la represión de aquel régimen aceptará la derecha como alternativa democrática con toda normalidad cuando ésta prescinda por completo de su vieja adhesión al franquismo.

miércoles, octubre 15, 2014

BREVE COMENTARIO A UNA DE LAS OCTAVAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ


Las octavas no incluidas por el autor de Perito en lunas en su libro son 45 en total. Las que aparecen en el libro son 42. De haberse publicado todas las suprimidas hubiera resultado un voluminoso tomo de 87 poemas. De modo que, por razones económicas seguramente, hubo forzosamente que seleccionar, dejando inéditas las demás, por el momento. Sólo la edición de las Obras Completas, publicada por Espasa-Calpe, ha recogido esos poemas, que muy bien pudieron haberse incluido, por su estilo y su temática, en aquel primer libro del poeta.
Alguno de los motivos de exclusión pudo haber sido que el poema fuese más explícito de lo conveniente en su contenido, ya sicalíptico, ya escatológico; temas que el poeta aborda en varios de los poemas del libro aludido. También, claro, debió de tenerse en cuenta la cuestión económica. No es lo mismo publicar 42 poemas, que son los que contiene el libro, que los 87 que hubiera tenido de haberse incluido los poemas descartados en la selección final.

Ya he glosado, en otras ocasiones, algunos de estos poemas. Así los que llevan el número 22 y 33, respectivamente, ambos de tema escatológico. El que ahora me propongo comentar brevemente se puede clasificar de tema sicalíptico. El poeta expresa su reprimido deseo de tocar el trasero y los senos de su enamorada.
Como en otras ocasiones, las metáforas se disfrazan de greguerías:

Ese carrillo en popa que,¡ay!, no hiño,
−temo por tu percal−, si tanto acecho;
esa sangre en dos cascos,¿no? ¿ese armiño
que ciernes, si interior, contra tu pecho?...
Hermanitos de leche, sí, aquel niño
y este otro: el izquierdo y el derecho,
tu mejor par blancura que precinta,
tiene tu corazón, la zurda, encinta.

Procedamos a interpretar lo que creemos que quiere expresar el poeta.
Creo que lo que llama el poeta “carrillo en popa” se refiere al trasero cuyo nombre vulgar (culo) siempre elude Miguel empleando diversos circunloquios: “las últimas mejillas”, “popa”, “el más que opuesto, bello lado”; que el poeta desearía tocar (“heñir” es amasar) pero que no lo hace por temor a alguna reacción de enfado. Seguidamente pasa a referirse a los apetecibles senos, “esa sangre en dos cascos” (si hubiera dicho en dos copas, se hubiera podido equiparar la metáfora con lo que actualmente designa las partes del sujetador en contacto con los senos). “Armiño” es la metáfora convencional para referirse a la blancura. Es una feliz greguería llamar a los senos “hermanitos de leche”, “niños” ambos, por lo jóvenes y pequeñitos.
 Lo de la “blancura par” es el tropo llamado hipálage, que consiste, en este caso, en referirse a lo concreto (los blancos senos) por lo abstracto (“blancura par”). Imagina el poeta que “la zurda” (sobreentendido, inequívocamente, la “teta”) está encinta de esa criatura que se mueve y que es el corazón. Todo ello resulta de lo más bienhumorado y divertido. Bien que algo complicado de entender.

lunes, octubre 13, 2014

THELMA & LOUISE

 (Un alegato contra el machismo)

En el año 1993 vi en Madrid la película de este mismo título, en alguno de los cines de la Gran Vía que ahora mismo no recuerdo. Sí recuerdo el impacto psicológico que me produjo: el sentimiento de simpatía hacia las protagonistas, Geena Davis y Susan Sarandon, respectivamente, en los papeles de Thelma y Louise. Ambas mujeres protagonizaban un mismo alegato contra el machismo, que era lo que en el fondo suscitaba la simpatía del público hacia ellas, como si se tratase de sendas heroínas de la causa feminista. Era su decidida actuación frente a  las conductas humillantes o, simplemente, dominadoras por parte de los varones, lo que nos inducía a simpatizar con ellas, pese a las atrocidades que, sin duda, cometían para castigar las altanerías y faltas de respeto recibidas por parte masculina.

Thelma y Louise son, ante todo, dos formidables rebeldes contra el machismo. Firmemente decididas a escapar de él, en la más épica y accidentada de las escapadas. Uno de los episodios (una de las varias escaramuzas que tienen que afrontar en esa simbólica huída hacia la libertad) es el encuentro con el camionero que las provoca soezmente y al que castigan haciendo volar a distancia el tanque de combustible que transportaba en su camión.

Después de éste y otros escarmientos o castigos a la insolencia machista, con la que tropiezan en su loca huida hacia la libertad, sienten aproximarse los coches de la policía, lanzados en su persecución. Copadas por sus perseguidores, se detienen ante la proximidad de un precipicio. Parecen dudar si se entregan a la policía (hombres al fin), lo que vendría a significar la derrota final por el hombre, o lanzarse adelante hacia el precipicio. La lógica del argumento parece exigir este desenlace: así se dan de ojo y arrancan a todo gas el motor de su coche que cae al abismo, en el empeño de decidir por sí mismas, en libertad, su propia muerte.

Y ese suicidio las consagra como heroínas de su propia causa, la emancipación del varón, la propia libertad. Thelma y Louise son dos heroínas del feminismo y, al parecer, las primeras mártires de esta causa en el campo de la filmografía mundial.

Su osadía nos asombra al par que nos conmueve. Pero, a fin de cuentas, sus reacciones frente al machismo concluyen por situarlas fuera de la ley. Esas reacciones resultan desproporcionadas. Y, desde luego, su opción final por la muerte es ilícita y de ninguna manera loable. Recuerdo a este propósito un pasaje del ciceroniano “Sueño de Escipión”, en el que Escipión Emiliano ve en sueños a su padre, Lucio Emilio Paulo y al padre de éste, Publio Cornelio Escipión, el Africano. Emiliano argumenta a su progenitor que, puesto que esta vida terrena es vana y engañosa en comparación con la vida verdadera, que es la eterna, por qué no abreviar la estancia en la tierra, emancipándose cuanto antes de la vida. El padre le razona que hay que resistir en la vida hasta que la voluntad de Dios lo disponga, procurando así mejorar este mundo:

..."por lo cual tenéis la obligación, Publio, tanto tú como las demás personas piadosas, de retener el alma en la cárcel del cuerpo y de no huir de la vida sin el consentimiento de Aquél por quien esa vida os ha sido concedida; para que no parezca que rehusáis la obligación que os ha sido asignada por Dios" (Rep.6.15.14-17)

Thelma y Louise combaten contra el machismo por las bravas. Por medios violentos. Y al final, copadas por la policía, prefieren despeñarse a entregarse. El suicidio, para ellas, equivale a la liberación definitiva.

jueves, octubre 09, 2014

VENCEDORES Y VENCIDOS

Invictis victi victuri. La frase está escrita en una lápida de un gimnasio en Bamberga*, en Alemania. Juega con las formas del tema de supino del verbo “vincere” (= vencer) Estas formas son el participio pasivo y el participio de futuro activo (“vict-us” y “vict-urus”): A los invictos, los vencidos, futuros vencedores. Es la dedicatoria a los vencedores por parte de los vencidos, que esperan la oportunidad de la revancha.
No es, desde luego, el caso de España y de su guerra civil (1936-1939) Nadie se plantea que pueda haber en España ningún tipo de revancha, después de 75 años, para los vencidos de dicha guerra. La guerra civil española se debió a un conflicto de clases: la proletaria, de los asalariados y la de los ricos o propietarios, particularmente los terratenientes. La república parecía la forma de gobierno más idónea para satisfacer las aspiraciones de la clase trabajadora; pero su gestión, en manos de políticos ineptos, degeneró en desgobierno, lo que fue aprovechado para actuar contra el pueblo, en general, por medio de una sublevación militar: la traición de unos cuantos mandos que quisieron “meter en cintura al pueblo”, impidiendo las reformas que hubieran podido mejorar las condiciones de vida de la sociedad española. El descontrol del gobierno de la república en lo referente a los ataques violentos a la religión católica (persecución religiosa del clero y quema de iglesias) contribuyó a demonizar la causa republicana. Y sirvió de justificante a la sublevación militar, hasta el punto de que algunos jerarcas religiosos pudieran dar el nombre de Cruzada a lo que fue, lisa y llanamente un delito de “perduellio”: alta traición a la patria.

La lógica de la guerra no pretende convencer sino vencer. Por esto, el pronóstico de Unamuno (por lo demás certero) a Millán Astray (“venceréis pero no convenceréis”) les traía sin cuidado a los que sólo les importaba la victoria, a cualquier precio: “Al precio que sea” (incluso matando a media España, según Franco respondió a Jay Allen, corresponsal del Chicago Daily Tribune, en una entrevista, el 27 de julio de 1936)
La moral del felón carece absolutamente de ética; la ética le traía sin cuidado, le importaba un bledo. La única lógica de la guerra civil era exterminar al enemigo político por los medios que fuesen, incluidos la traición y el dolo. Y, desde luego, prescindiendo en absoluto de la clemencia. Cicerón así lo aconsejaba a Bruto, cuando éste pensaba que había que ejercer la clemencia con el vencido: “Discrepo totalmente de ti, Bruto, y no estoy de acuerdo con tu clemencia, pues la saludable rigurosidad vence a la vana idea de la clemencia: si queremos ser clementes nunca nos faltarán las guerras civiles” (Ep. ad Brut 8.2.5-8). Esta fue la mentalidad que prevaleció en la guerra civil, promovida por los militares rebeldes. Para éstos no hubo más ética que la que conducía a la victoria. Para lograr ese objetivo “a cualquier precio”, había que practicar, si era preciso, la traición, la ruptura de cualquier pacto previo que pudiera retardar la victoria total y absoluta. Así los pactos municipales como el que se firmó en Aceuchal, cuando aún estaban los socialistas en el poder y que consistía en la promesa de “respetar la vida del contrario, en caso de conflicto armado” resultaron, a la hora de la verdad, papel mojado, una vez en marcha la sublevación militar. Desde luego, Yagüe no estaba dispuesto a transigir con este tipo de pactos. De modo que la derecha y su brazo militar, la Falange, asesinaron en los pueblos a quienes habían tenido connivencias con el socialismo, convenciendo previamente a los familiares para que los hicieran volver, si estaban escondidos, con la promesa de que no iban a sufrir daño alguno. Previamente habían difundido la idea de que aquellos que “no tenían delitos de sangre” (como era el caso de la mayoría de los de izquierda) podrían regresar a sus casas, en la seguridad de que no iban a sufrir ningún daño. Con esta añagaza convencieron a mi tío J. para que fuese en busca de su hermano (oculto en un cortijo a varias leguas del pueblo) y allá fue para convencerlo. (El ardid no era, en absoluto, nuevo. Ya lo habían aplicado durante la guerra civil entre César y Pompeyo. Lo relata el primero en su Bellum Civile (B.C, 3.28.3-5**)
Fue, pues, mi tío J. en un carro a por su hermano. Nada más llegar al pueblo, vinieron a detenerlo para meterlo en la cárcel y asesinarlo a los pocos días. Yo recuerdo que iba a llevarle con mi madre la comida a la cárcel. Y recuerdo que él no tenía ganas de comer.
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* Ortega solía españolizar los nombres de ciudades alemanas, terminados en "berg", añadiéndoles una "a": Nuremberg: Nuremberga. Imitándolo, escribimos "Bamberga", en vez de Bamberg)
** Otacilio Crasso... se disponía al ataque, a la vez que prometía la inmunidad a quienes se entregaran voluntariamente. De las dos naves (nuestras) que habían alcanzado la costa, una llevaba soldados bisoños, en número de 220, y la otra iba ocupada por soldados veteranos en numero aproximado a los 200. Los primeros, debilitados por el mareo y la fatiga del mar, aceptaron entregarse, bajo la promesa con juramento de que no sufrirían daño alguno. Conducidos a la presencia de Otacilio, fueron todos asesinados sin que se respetara el juramento que se les había hecho. (Los veteranos, en cambio, no accedieron a entregarse y esperaron los refuerzos de César. Se salvaron porque aplicaron a rajatabla la norma de que nunca hay que fiarse de las promesas del enemigo)



sábado, septiembre 27, 2014

EL TORO DE ESPAÑA

La silueta del llamado "toro de Osborne"
según el diseño del cartelista Manolo Prieto
Como ya sabemos, existen animales em-blemáticos, represen-tativos de un país o nación, bien sea moderna o antigua. Así la loba siempre la vemos asociada a la Roma primitiva y la lechuza a la Atenas clásica. El oso, como animal emblemático fue, alguna vez, representativo de Rusia, pero también lo encontramos en el escudo de Madrid, ciudad conocida como la “villa del oso y del madroño”. El nombre antiguo de Madrid, según nos relata el humanista holandés Enrique Cock, fue Ursaria, debido a la abundancia de osos en sus cercanas montañas. Luego, tras consolidarse la conquista romana se añadió el nombre de Mantua Carpetana (cf. “El Madrid de Felipe II, visto por el humanista holandés Enrique Cock”, por V. E. Hernández Vista, Instituto de Estudios Madrileños, Madrid, 1960, vv. 47 y 54) Todo esto es, más o menos, leyenda; sin que existan más referencias concretas en los antiguos historiadores y geógrafos griegos y latinos.

Pero hablando de animales emblemáticos, el que con más antigua prosapia representa a España creemos que es el toro. Especialmente si tenemos en cuenta las pinturas rupestres y otras representaciones primitivas como pueden ser los llamados “toros de Guisando”. Se dirá que el animal que más se representa en esas pinturas es propiamente el bisonte, el primitivo toro salvaje. Algo así como el abuelo del actual toro de lidia.
A todo esto hay que añadir que el perfil geográfico de la Península Ibérica semeja el de una piel de toro extendida. Una de las más usuales perífrasis para referirse a España es la que la nombra como “la piel de toro”.
El toro como animal totémico es invocado por el poeta Miguel Hernández (“llamo al toro de España”) para que se revuelva contra aquellos que pretenden someterlo, privarlo de su libertad, lo que se dice castrarlo. Fue una apelación dramática, pero ya sabemos que en las lides taurinas prevalece la astucia sobre la bravura y la valentía. El toro de España estaba destinado al sacrificio y en aquella ocasión tenía que cumplirse su “sino sangriento”:

                 Como el toro he nacido para el luto
                 y el dolor, como el toro estoy marcado
                 con un hierro infernal en el costado
                 y por varón en la ingle, con un fruto.

Al “toro de España” hay que defenderlo con otros recursos de la inteligencia, muy especialmente con el de la cultura. El pueblo cultivado difícilmente consentirá que lo vuelvan a torear en ninguna plaza de toros, sea de Badajoz o de cualquier otra ciudad de España.

EL P. MÁXIMO PEINADOR VENERA EN LATÍN A SANTA EULALIA DE MÉRIDA

El antiguo templo de Marte, hoy dedi-
cado a la veneración de Santa Eulalia 

El benemérito P. Máximo Peinador tenía el hobby de escribir versos en latín, cosa que hacía con bastante soltura, pues había aprendido la lengua de Roma  a fondo, con la eficacia que solían hacerlo los misioneros de la orden claretiana, en la que sobresalieron muchos de los más destacados latinistas del siglo XX en España, entre ellos el P. Jiménez Delgado y el P. José Mª Mir, autores de excelentes trabajos sobre la lengua latina y en lengua latina. Sin olvidar al benemérito P. Manuel Jové, a cuya iniciativa se debió la fundación de la revista en latín titulada Palestra, fundada en 1930. La comunidad claretiana se distinguió desde siempre por su dedicación a las lenguas clásicas y, especialmente, al latín. El P. Máximo era un fiel continuador de esta tradición claretiana. Debido a esta afición común, yo frecuentaba su trato en Zafra, durante los últimos años de su residencia en esta ciudad y, cuando por necesidades de reajuste, la comunidad hubo de trasladarse a Granada, continué su trato mediante la correspondencia epistolar. 

Entre los hermanos de religión hubo muchos que fueron víctimas de la saña anticlerical que, desgraciadamente, se desató en los comienzos de la guerra civil del 1936. Entre esas víctimas que con toda propiedad podemos llamar "mártires", estuvo el insigne P. Manuel Jové, del que ya hemos hablado anteriormente. Y pudo estarlo el mismo P. Máximo, cuando de viaje hacia Ciudad Real (1936) la  desmandada chusma clerófoba  registró el convoy e hizo que se apearan los novicios (14 en total) que estaban siendo trasladados hacia la casa madre que había en esa capital. El P. Máximo iba vestido de paisano, en un departamento distinto, acompañando a su padre anciano.

Y por esto se libró de morir fusilado junto a la vía del tren, como les ocurrió al resto de sus compañeros. No faltó, por parte del P. Máximo, el correspondiente homenaje en versos latinos (estrofas sáficas) a estos desventurados hermanos de religión. Fue 25 años después del suceso, en 1961, con ocasión de inaugurarse el monumento en Fernán Caballero, conmemorativo del  sacrificio de estos mártires. En el "Apéndice documental" de su libro La amargura de la memoria (pp. 561-3), el autor José Mª Lama reproduce estos versos acompañándolos de la traducción mía. Hasta entonces los versos y su traducción habían permanecido inéditos.

Pero, a lo que iba, el P. Máximo dedicó unos versos en latín a otra mártir, otra víctima, esta vez de la persecución de Diocleciano. Me refiero a Santa Eulalia de Mérida. Esos versos, traducidos por mí, fueron publicados en un folleto conmemorativo del 450 aniversario del nacimiento de Pedro de Valencia. Todo el poemita está en versos alcaicos decasílabos katà stíjon (dos dáctilos seguidos de dos troqueos) Los dos primeros versos enuncian el propósito del poema. Los ocho siguientes se refieren a Eulalia. Y los trece restantes se refieren a Mérida. Aquí va el texto en latín seguido de la traducción:

PROPOSITVM

Laudibus Eulaliam canamus
Emeritae decus atque lumen.

EVLALIA

Corpore tu gracilis nitescis,
fortis, inermis, ades tyranno,
sanguine namque tuo triumphas,
virgo manens sine labe quavis.
Duplicem habes merito coronam
ac triplicem impositam videmus,
sidus uti capitalis urbis:
sic rutilabis in orbe toto.

EMERITA

Te celebrent monumenta tanta
quae tibi Roma reliquit olim;
splendidior tamen omnibus sis,
Eulalia superante cuncta.
Martyre es inclita adhuc puella
cuius et ossibus es superba.
Pace fruare per ipsam in aeva
cuius et auxilio iuveris,
virginis et cineres recondas
perpetuus vigil atque custos.
Prospera cuncta tibi auspicabor
dum veniam peto, christiani
ausus et aemulus esse vatis.

                                 TRADUCCIÓN

PROPÓSITO

Alabemos con cánticos a Eulalia,
gloria y esplendor de Mérida.

EULALIA

Esbelta de cuerpo, llegas a la pubertad.
Con fortaleza, compareces ante el tirano, indefensa,
pues en tu sangre cifras tu victoria,
siendo doncella sin tacha alguna.
Merecidamente llevas la doble corona
y aun triple, que ostentas sobre tu cabeza*,
pues como estrella de tu ciudad natal,
así brillarás en el mundo entero.

MÉRIDA

Que te den fama tantos monumentos 
como la antigua Roma te dejó antaño.
Pero más que por todos ellos,
seas famosa por tu santa Eulalia,
porque Eulalia a todos los supera.
Eres ilustre por la mártir niña
de cuyos huesos estás orgullosa.
Que por ella goces de paz duradera
y que su auxilio te proteja siempre.
Y que tú guardes las cenizas de tu virgen
como su perenne celadora.
Te auguraré prosperidad sin cuento
mientras pido perdón por atreverme
a emular al poeta cristiano **
_____  

* A la doble corona de virgen y mártir se añade la de ser patrona de la ciudad emeritense.

** Alusión a Prudencio, el primer panegirista de la santa (Per. 3)