"Toda lengua tiene su ocasión onomatopéyica" escribí en cierta ocasión, con notoria desenvoltura, como si tuviera conocimiento de "todas las lenguas". Naturalmente, se trataba de una afirmación inductiva: de lo particular se procedía a lo general. Podría haber dicho, con mayor justeza y propiedad, "de las lenguas que yo, más o menos, conozco, todas ellas disponen de vocablos onomatopéyicos, vocablos que el artista del lenguaje, que es el poeta, puede combinar hábilmente de modo que evoquen determinados ruidos. Hay que distinguir entre "onomatopeya" y "ruido". Para imitar el balido de la oveja o el mugido del toro podemos recurrir a los correspondientes sonidos que emiten esos animales cuando balan o mugen, respectivamente. Las primeras dicen algo así como "Béee" y los otros dicen algo así como "Múuu". La onomatopeya, en cambio, es un recurso literario, en el que se utilizan palabras que tienen un significado concreto, pero cuyos sonidos evocan el ruído que quieren reproducir. Hay un ejemplo egregio en Virgilio (Aen. 12.718) en el que se produce la onomatopeya de una vacada mugidora:
Stat pecus omne metu mutum mussantque iuvencae
quis nemori imperitet, quem tota armenta sequantur.
La aliteración de la "u" y la repetición de la sílaba "mu" nos transmiten vivamente esa especie de 'comentario' que suscita en la vacada la pelea de dos de los toros por el puesto de macho dominante. ("Todo el rebaño está paralizado por el miedo y murmuran las novillas / quién mandará en el bosque, a quién seguirá toda la manada")
Una onomatopeya parecida a ésta de Virgilio, pero esta vez a propósito del ganado menor que es el ovino, se produce en un breve relato mío humorístico, a propósito de la sociedad de latinistas GLL ("grex Latine loquens"). Es preceptivo en esta sociedad, o grey, el expresarse exclusivamente en Latín, de modo que, si se cita alguna frase en una lengua distinta, hay obligación de dar la versión latina de la misma. Algunos, en más de una ocasión, hemos olvidado el precepto, lo que ha dado lugar a que los moderadores nos llamen la atención y nos adviertan de que, en caso de no respetar la regla, podríamos ser expulsados. Me pasó una vez y fui amonestado, como era de rigor. Escribí entonces, en latín una "Fabella de ove devia" (Fabulilla de la oveja descarriada) en la que el pastor advierte a la díscola ovejita:
Vae tibi, vae tibi: Latine bala nisi vis eici e grege
(¡Ay de ti! ¡Ay de ti! Bala en Latín si no quieres que te echen del rebaño)
Hay un estupendo ejemplo de onomatopeya en la Ilíada, cuando Homero imita el ruido de los mulos galopando. La cita puede localizarse en el texto griego de La Ilíada (23.116) El verso griego suena aproximadamente así en español:
pol-la d' ánanta kátanta párantá te dójmiá t'eelthon
(... y así subiendo, bajando y a un lado y a otro atajando...llegaron)
El "tacatá. tacatá" del galope resuena en el verso.
Por supuesto, tenemos buenos ejemplos en español de esa armonía imitativa y recurso linguístico que es la onomatopeya. La aliteración de la "r", doble o sencilla, resuena en la frase "horrísono fragor de ronco trueno", palabras que reflejan el estruendo de la tormenta. El retumbo de los truenos se escucha también el los versos del Duque de Rivas, en su poema titulado "El faro de Malta":
Envuelve al mundo extenso triste
[noche,
ronco huracán y borrascosas
[nubes
confunden y tinieblas impalpables
el cielo, el mar, la tierra.
(retumban los truenos en las sílabas nasales "en", "an", "on", "un")
En el idioma inglés hemos encontrado un versito que refleja muy
propiamente el rumor del arroyuelo que corre por el prado:
murmuring rivulets hurrying through the lawn...
Por último, la frase de la llamada "armonía imitativa" puede reflejar matices diversos, no sólo aquellos que evocan sonidos sino otros más sutiles matices de la expresión. Así, en el libro I de Odisea (v.56) Homero nos describe muy vivamente la actitud melosa y zalamera de Calipso, pretendiendo seducir a Ulises, al fin de que se olvide de Ítaca y de la propia esposa. ¿Cómo pretende camelar Calipso, la hija de Atlante, a Ulises?
Pues
...aiei de malakoisi kai aimulíoisi logoisin
(...siempre con blandas y seductoras palabras
halagándolo...)
Parece que vemos a la ninfa poniendo boquita de piñón, en los arrumacos y carantoñas que le hace a Ulises.
En fin, espero haberles dado una idea de la capacidad del lenguaje oral para reproducir tanto sonidos como actitudes, a través de ese recurso que llamamos "onomatopeya".