Circula por ahí un chiste reciente sobre el juez Garzón que dice, más o menos, lo siguiente: Está el juez embebido en su trabajo, solo en su despacho, y de pronto escucha un siseo como de alguien que llamara su atención:
−Ssst
Levanta la cabeza y mira a su alrededor. No ve a nadie, por lo que intenta concentrarse en lo que está haciendo. Pero vuelve a sentir el siseo de hace unos instantes. Entonces se da cuenta de que la llamada de atención proviene del crucifijo. Es Cristo el que le dirige la palabra para preguntarle:
−Y… lo de Poncio Pilatos, ¿para cuándo?
Hasta aquí el chiste. Cabría, sin embargo, imaginar algunas posibles respuestas de Garzón, además de la carcajada de honor, para celebrar la gracia. Una de estas posibles réplicas sería, por ejemplo, para seguir la broma
− Es que tengo entre manos un proceso contra una serpiente, incoado a instancias de un matrimonio al que han expulsado de una finca llamada El Paraíso.
Claro que el chiste primero admite varias continuaciones. Cristo habló desde la cruz a varias personas: a su madre, al discípulo amado, al buen ladrón…A éste le dijo lo de “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Garzón podría haber aprovechado la oportunidad para preguntarle a Cristo:
− Señor, ¿a Franco también lo tienes donde el Buen Ladrón? Además, siendo Tú el Juez Supremo que, como se nos dice en el Credo, “desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”, ¿no vas a encargarte del caso de Pilatos y el de Franco? Es en tu justicia en la que confiamos, Señor. Porque el invicto Caudillo, en un acceso de soberbia y de arrogancia, dijo que él no iba a responder ante ningún tribunal. Que respondería sólo ante Dios y ante la Historia. Y en el tribunal de la Historia hay, como Tú sabes, jueces parciales y jueces imparciales. Depende de que en esa tribuna haya un Pío Moa (pongo por caso) o una persona decente.
Y termino ya. Recuerda, Señor, que si puedes dialogar conmigo en mi despacho es porque yo no he retirado el crucifijo: es un sitio privado y en él yo ejerzo mi libertad de credo. La Audiencia Nacional, como sabrás, me ha declarado incompetente en el asunto del genocida de El Ferrol. Aquí sólo nos queda aguardar al Juicio Final que, como sabes, sigue aplazado sine die.
La justicia de Dios es nuestra única esperanza. Bueno, la de los creyentes.
−Ssst
Levanta la cabeza y mira a su alrededor. No ve a nadie, por lo que intenta concentrarse en lo que está haciendo. Pero vuelve a sentir el siseo de hace unos instantes. Entonces se da cuenta de que la llamada de atención proviene del crucifijo. Es Cristo el que le dirige la palabra para preguntarle:
−Y… lo de Poncio Pilatos, ¿para cuándo?
Hasta aquí el chiste. Cabría, sin embargo, imaginar algunas posibles respuestas de Garzón, además de la carcajada de honor, para celebrar la gracia. Una de estas posibles réplicas sería, por ejemplo, para seguir la broma
− Es que tengo entre manos un proceso contra una serpiente, incoado a instancias de un matrimonio al que han expulsado de una finca llamada El Paraíso.
Claro que el chiste primero admite varias continuaciones. Cristo habló desde la cruz a varias personas: a su madre, al discípulo amado, al buen ladrón…A éste le dijo lo de “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Garzón podría haber aprovechado la oportunidad para preguntarle a Cristo:
− Señor, ¿a Franco también lo tienes donde el Buen Ladrón? Además, siendo Tú el Juez Supremo que, como se nos dice en el Credo, “desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”, ¿no vas a encargarte del caso de Pilatos y el de Franco? Es en tu justicia en la que confiamos, Señor. Porque el invicto Caudillo, en un acceso de soberbia y de arrogancia, dijo que él no iba a responder ante ningún tribunal. Que respondería sólo ante Dios y ante la Historia. Y en el tribunal de la Historia hay, como Tú sabes, jueces parciales y jueces imparciales. Depende de que en esa tribuna haya un Pío Moa (pongo por caso) o una persona decente.
Y termino ya. Recuerda, Señor, que si puedes dialogar conmigo en mi despacho es porque yo no he retirado el crucifijo: es un sitio privado y en él yo ejerzo mi libertad de credo. La Audiencia Nacional, como sabrás, me ha declarado incompetente en el asunto del genocida de El Ferrol. Aquí sólo nos queda aguardar al Juicio Final que, como sabes, sigue aplazado sine die.
La justicia de Dios es nuestra única esperanza. Bueno, la de los creyentes.